Matones, SA, y asociados
Cachas de gimnasio, porteros de discoteca y paramilitares se dedican a dar palizas 'a la carta'
JESÚS DUVA - Madrid - El País, 01/06/2008
Extorsiones, secuestros, amenazas, cobro de deudas, ajuste de cuentas, palizas e, incluso, asesinatos por encargo. Todo eso y mucho más es el objeto social de Matones, Sociedad Anónima, un tenebroso conglomerado integrado por paramilitares colombianos, cachas de gimnasio, ex boxeadores, campeones de vale tudo (una modalidad de arte marcial), vigilantes de seguridad, porteros de discoteca, neonazis y sicarios. Gente que se mueve entre las sombras de la noche.
Lo único realmente organizado son las 'oficinas de cobro' al servicio de los 'narcos'
Los Miami era un grupo violento que se movía muy bien entre la farándula
La realidad desborda la ficción y convierte en aprendices a los guionistas de Hollywood. Hay un ejército de tipos sin escrúpulos dispuestos a meter el miedo en el cuerpo a cualquiera; a propinarle unos guantazos a un competidor molesto; a partirle las piernas a un moroso que se resiste a pagar una deuda; o a mandar al más allá a quien moleste a su cliente. Todo, por sólo unos cuantos miles de euros.
"Eso es lo que ha cambiado en los últimos años: que hay mucha gente dispuesta a hacer esta clase de trabajos y que, además, eso ha dejado de ser algo exclusivo de narcotraficantes y mafiosos. Ahora, cualquiera puede ser víctima de esta gentuza", asegura un comisario de la policía madrileña.
Prueba de lo que dice el jefe policial es lo ocurrido hace seis meses en Alicante, donde dos empresarios de la construcción fueron apaleados por encargo de una persona a la que supuestamente adeudaban 300.000 euros por la compraventa de un solar. Esa persona declaró ante la policía que había conocido casualmente en una discoteca de Madrid a un individuo que se brindó a ponerle en contacto con tres forzudos porteros del local dispuestos a cobrar la deuda... por las buenas o por las malas. Y lo hicieron por las malas.
Hace unos días, el semanario Interviú reveló una conversación telefónica mantenida en abril de 2007 por la actriz Ana García Obregón con su guardaespaldas, Eloy Sánchez Barba, en la que aquélla supuestamente le preguntaba si conocía a alguien dispuesto a dar un escarmiento a Jaime Cantizano, presentador del programa Dónde estás corazón. La actriz, muy irritada porque el programa anunciaba la emisión de unas imágenes de su hijo Álex, comentó con su escolta que eso debería hacerlo alguien de Los Miami (un grupo de matones profesionales).
"Tengo la conciencia tranquilísima. No recuerdo si tuve esa conversación y si solté o no esas barbaridades", declaró García Obregón a EL PAÍS el pasado jueves. Mientras, su abogado, Javier Saavedra, asegura que "no se han abierto diligencias contra ella ni está imputada por ningún delito de amenazas".
Esa conversación fue captada gracias a un pinchazo telefónico de la Guardia Civil durante la investigación del asesinato a tiros de Miguel Ángel Salgado Pimentel, de 37 años, ocurrido en marzo de 2007 en Ciempozuelos (Madrid). El finado era director financiero de la empresa de informática DMI Computer.
Sánchez Barba fue detenido hace unos días junto con la ex esposa de Salgado, la abogada María Dolores Martín Pozo, la cual presuntamente pagó a Charles Michael Guarin, un ex paracaidista de Alcalá de Henares, para que perpetrase el crimen.
¿Y quiénes son Los Miami? "Los Miami ya no existen desde hace cinco o seis años. Eran una leyenda que dejó de existir después de una serie de ajustes de cuentas internos y, sobre todo, desde que su presunto jefe, Juan Carlos Peña Enano, de 30 años, fuera tiroteado en diciembre de 2004 cuando conducía un Porsche por Madrid. Salvó su vida de milagro y desde entonces está huido", asegura un policía. Antes de marcharse a Suramérica en 2005, fue visto rodeado de una legión de escoltas búlgaros.
Los Miami era un grupo de porteros de discoteca, matones, cobradores de morosos y ajustadores de cuentas muy bien relacionados con gente de la farándula y los clientes de los locales nocturnos de moda. Ganaron su prestigio porque eran capaces de cumplir cualquier encargo sin temblarles la mano. "Pero cada vez se enredaron más en el tráfico de drogas y eso, junto con las disensiones internas, pusieron fin a esta banda. Ahora sólo hay un grupo de supervivientes que han formado su propio clan o se han unido a otros", comentan expertos de la Unidad Central de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO). Los Miami acabaron ajustándose las cuentas unos a otros, y varios de ellos dieron con sus huesos en el cementerio.
La reciente llegada a España de mafiosos búlgaros, ex miembros de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), ex policías de los países de Europa del Este y otros delincuentes ha hecho que haya tantos matones en el mercado que los precios han caído en picado, según fuentes policiales.
-Lo que quiero es que le deis unos tortazos y le metáis el miedo en el cuerpo para que me pague lo que me debe.
-¿Cuánto das por el trabajo?
-Hombre, estoy dispuesto a gastar 1.000 o 1.200 euros...
-Pues por ese dinero le damos un buen repaso y, además, le hacemos varias visitas...
La anterior conversación, escuchada recientemente por los policías que tenían pinchado el teléfono de un sospechoso, ha venido a confirmar el bajón experimentado por las tarifas de esta clase de trabajos.
"No hay un grupo criminal especializado en dar palizas. Nosotros no conocemos ninguna banda estructurada. Lo que hay es gente dispuesta a hacer ese tipo de cosas, pero que a la vez hace otras muchas, como el cobro de deudas y los ajustes de cuentas", señala un inspector experto en combatir el crimen organizado.
Lo único realmente organizado son las oficinas de cobro, una especie de delegaciones de las grandes redes del narcotráfico colombiano, que se ocupan de saldar las deudas de sus clientes. ¿Que un comprador de cocaína se hace el remolón? Pues se le envía a un par de sicarios que le recuerdan su deuda y, además, le anuncian un recargo por hacerle esa visita. ¿Que sigue sin soltar el dinero? Se secuestra a un familiar. Y, si la situación se complica, las represalias pueden llegar hasta la muerte.
La Brigada Central contra el Crimen Organizado detuvo hace tres meses a 14 hombres que eran el brazo ejecutor en España del cartel de Cali que estaba encabezado por el capo Wilber Varela, Jabón (asesinado a tiros en un hotel de Venezuela en enero pasado). Están acusados de extorsión, secuestro, homicidio, narcotráfico y tenencia de armas.
El presunto jefe de esta banda era un tal Óscar, un veinteañero colombiano que se había escapado de la cárcel de Aranjuez (Madrid) en el verano de 2007 aprovechando un permiso. Nada más recobrar la libertad se puso al frente de una oficina de cobros en España. La red tenía su cuartel general en Madrid y una sucursal en Bilbao.
Óscar había sido elegido por elementos de las Autodefensas Unidas de Colombia para dirigir en España una oficina de sicarios. La Guardia Civil y la policía relacionan a algunos integrantes de la banda con un cadáver desfigurado hallado en 2007 en Ciempozuelos (Madrid). La víctima, cuya identidad no ha podido aclarar la policía, había sido torturada e introducida en una bañera de ácido sulfúrico. El sello de los asesinos más despiadados.
"Antes te mato"
Una abogada encargó a un sicario matar a su ex pareja
F. JAVIER BARROSO - Madrid - 01/06/2008
"Antes te mato a que te lleves a mi hija". Esa frase tan rotunda fue premonitoria. La soltó la abogada María Dolores Martín Pozo, de 37 años, al conocer que acababa de perder la tutela de su hija. Su ex marido, Miguel Ángel Salgado Pimentel, de 37 años, cayó acribillado a balazos meses después en el garaje de su casa, en Ciempozuelos (Madrid). Un año y dos meses después, la Guardia Civil de Madrid ha detenido a la letrada y a sus tres compinches, acusados del asesinato.
El intermediario de la letrada afirmó que el fallecido era jugador de rol
Miguel Ángel Salgado volvía a su casa, en la calle de Caretos número 3. Regresaba de su trabajo en la empresa de informática DMI Computer, en Rivas-Vaciamadrid. Un hombre le esperaba junto al descansillo del ascensor, en el garaje. Sin mediar palabra, le descerrajó tres tiros, que le alcanzaron en la cabeza, el pecho y en un brazo. Murió en el acto.
Los agentes de Homicidios de la Guardia Civil investigaron la vida privada de la víctima, pero estas pesquisas no dieron resultados positivos. La conclusión fue en ambos casos la misma: "absoluta normalidad", donde siempre destacaba su buen hacer. Fuentes del instituto armado explicaron que dicha normalidad sólo se había visto alterada por "los constantes pleitos, disputas y altercados con su ex esposa". A eso se unía que el asesino era un profesional. La víctima fue ejecutada con una pistola del calibre nueve milímetros parabellum, y el homicida, lejos de llevarse por el azar o el arrebato, observó "una minuciosidad criminal", según la Guardia Civil.
La relación entre Salgado y su ex esposa era nefasta. Ambos se pusieron 12 denuncias entre febrero de 2002 y octubre de 2005 por amenazas, insultos, incumplimiento del régimen de visitas, lesiones y por el impago de la pensión.
Salgado comió con sus padres dos días antes de ser asesinado. Les dijo que tuvieran "mucho cuidado", porque iban a por ellos, y su ex esposa ya le había advertido de que no le daría la tutela de su hija. Días antes, una moto Honda CBR-600 le había seguido desde que salió del trabajo. Cuando tomó el desvío hacia Ciempozuelos, la motocicleta le adelantó. Sus ocupantes le esperaron en un lateral y, cuando pasó a su altura, uno de ellos hizo amago de sacar un arma. La víctima aceleró y evitó el ataque.
Un vecino del municipio madrileño de Titulcia describió a los dos varones, cuando pararon en un bar: uno, con aspecto colombiano, de unos 32 años, complexión fuerte, pelo corto y pantalones verdes. El otro, aspecto español, complexión normal, pelo corto castaño. Ambos, de 1,75 metros de estatura. Uno de ellos llevaba un pinganillo en la oreja y una pistola en la parte derecha de la cintura.
Al día siguiente, se produjo otro ataque. Un vehículo, que también le estaba siguiendo, embistió el coche de Salgado y lo sacó de la carretera. El turismo quedó destrozado.
La Guardia Civil recibió una visita cuando menos inquietante en el transcurso de las investigaciones. Eloy Sánchez Barba, amigo íntimo y cliente de la ex esposa del fallecido, declaró a petición propia ante los investigadores de Homicidios. Aseguró que conocía a Lola (María Dolores Martín) desde hacía dos años y medio y que la letrada se dedicaba a temas laborales. "No creo que tenga muchos contactos para encontrar un sicario", mantuvo Sánchez Barba. Para despistar al sargento de Homicidios, afirmó que el fallecido estaba metido en juegos de rol y que ésta fue la causa de su muerte. También dijo que había tenido problemas laborales con una compañera de DMI.
Lo que no sabía Eloy Sánchez, conocido por dar seguridad a famosos (entre ellos la polifacética Ana Obregón) y en locales de ocio nocturno, es que acababa de poner sobre sí mismo las principales sospechas de la Guardia Civil. Según los especialistas de Homicidios, aceptaba organizar palizas y escarmientos a personas enemistadas con sus protegidos. Solía tener gran relación con personas de origen suramericano.
A la Guardia Civil le bastó una consulta a las bases de datos de empresas. La abogada Dolores Martín es apoderada de una empresa que se llama Cesigur, de la que es administrador Óscar Sánchez Barba, hermano de Eloy. Cesigur es una empresa de seguridad, custodia y protección, con sede en la calle de la Raya, de Madrid.
Una testigo dio una descripción de una persona que esperaba en la calle cuando se produjo el homicidio: fuerte, alto y con gafas. Se trataba supuestamente de Sánchez. Junto a él estaba Gabriel Saavedra, otro de los detenidos por el asesinato. Los investigadores pidieron el pinchazo de los teléfonos de Eloy Sánchez y de la abogada, además de las señales de los repetidores de telefonía de Ciempozuelos. Todo coincidía.
La abogada, los intermediarios y el presunto autor de los disparos fueron detenidos el pasado 20 de mayo. "Parece el guión de una película, pero muchas veces la realidad supera la ficción", resumen fuentes del caso.
40 muertes por encargo
J. D. - Madrid - 01/06/2008
En España se producen anualmente unos 40 asesinatos a manos de sicarios, la mayoría de ellos relacionados con el tráfico de drogas, según fuentes policiales. Una gran parte de estos crímenes quedan sin aclarar porque resulta imposible identificar a la víctima, o bien porque jamás se halla una pista para descubrir a los autores.
El método más habitual es el del tiro de pistola en la cabeza o en el pecho. Pero en los últimos meses, la policía ha descubierto incluso cartuchos de explosivo en manos de personas vinculadas con matones de discoteca e individuos relacionados con organizaciones de carácter neonazi.
Tal fue el caso de un militar madrileño detenido a principios del presente año por la Brigada Central de Estupefacientes, y en cuyo poder se hallaron cuatro kilos de explosivo plástico, trilita, trinitrotolueno, cordón detonante, un fusil, pistolas eléctricas paralizantes...
Los investigadores no han podido aclarar cuál era el destino de este auténtico arsenal, pero suponen que bien podría estar destinado a ajustes de cuentas entre narcotraficantes y para revenderlo a delincuentes que suelen reventar cajas fuertes.
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